NOCHE SUBLIME

De vuelta a casa, aquella extraña noche de verano que no olvidaré, finalizando ya el mes de agosto, vi el destello de un relámpago a lo lejos, sobre el mar. Poco después, se sucedieron otros tantos fogonazos y se desató una tormenta eléctrica. Subí a un mirador sobre la playa y esperé pacientemente, mientras se precipitada la lluvia. El firmamento tronaba tras cada descarga de luz y su fondo oscuro, como la boca de un lobo, se rasgaba con súbitos resplandores, justo sobre el horizonte.

Cuando el agua empezó a caer a mantas, decidí cruzar un puente colgante que conducía a lo alto de un peñón, con vistas al faro Sacratif. Al llegar al punto más alto, pude apreciar con gran admiración y entusiasmo, uno de los espectáculos más maravillosos de la naturaleza, que muy rara vez había logrado contemplar de esa forma. Era algo extraordinario, fascinante, totalmente sobrecogedor. A lo lejos, allá por el mar de Alborán, se iba acercando la tempestad, amenazante y rugiente, mientras los flashes de luz se reflejaban en la superficie del mar, justo delante de la torre del faro que, con su luminoso haz rotatorio, coronaba el cabo con majestuosidad.

La escena parecía como si a William Turner le hubiera dado por pintar un paisaje nocturno, de factura dramática y romántica, tras deleitarse con la lectura acerca de lo sublime en Kant.

Arreciaba cada vez más y debía regresar pronto, para ponerme a cubierto y secarme. Pero, entonces pensé que esa situación era, exactamente, la que llevaba tanto tiempo esperando y, de una vez por todas, debía aprovecharla, aunque fuera con los pocos medios fotográficos con los que contaba, a esas horas en las que la mayoría de la gente cabal estaría dormitando. Así que decidí realizar alguna foto más, justo antes de echar a correr hacia el apartamento, ya que estaba bien empapado y empezaba a calarme hasta los huesos. Tras comprobar, con cierta inquietud, si había conseguido alguna de aquellas imágenes, espléndidas para mí, quise seguir probando una y otra vez, hasta quedarme conforme, a pesar de barajar la posibilidad de que uno esos rayos implacables llegara a partirme por la mitad, como colofón a mi empecinamiento, en esos últimos y apresurados intentos.

error: Content is protected !!