Fotomontajes de diferentes temáticas, sobre contextos, escenarios, personajes o situaciones, más o menos verosímiles, donde se puede recrear la realidad a nuestro antojo.
Una de las opciones posibles en la representación de la idea del simulacro consiste en preparar una escenografía con una intencionalidad narrativa, que queda plasmada, por ejemplo, en los dioramas, en los que podemos crear una ilusión espacial donde combinar escenarios reales con ciertos personajes, a veces reales o a veces virtuales que, a su vez, desarrollan determinadas acciones en esos contextos o situaciones ficticias y oníricas.
“Las artes ficticias son una actitud, un modo de aproximarse a la creación artística de manera lúdica y desprejuiciada, borrando las fronteras entre el acto de mirar y el de crear, entre el espectador y el artista” (Sandra Santana).
“Toda fotografía es ciertamente una construcción de realidad que evoca otra realidad bien distinta a través de la imagen” (Oliver Boberg).
Todos y cada uno de los elementos que aparecen en las imágenes de esta categoría, “ficticios”, parten siempre de un referente real, ya sean: personas, animales, objetos, decorados, instalaciones, figuras, maquetas o modelos a escala, así como paisajes o espacios diversos…, ya que, de facto, estuvieron delante de mi cámara. Todo lo representado tuvo una existencia física tangible. Posteriormente, se recomponen ciertos fragmentos que muestran las “apariencias” resultantes de algunas situaciones previamente imaginadas. Aquí lo que nos muestra la fotografía no es más que la apariencia de una apariencia, la reconstrucción de una realidad ya construida.