Cada vez que hago el trayecto de Granada a Almería, al pasar junto a los llanos de La Calahorra, no puedo dejar de fijar mi atención en el atrayente castillo que se alza sobre una colina de dicha localidad, vista que me hace sentir la necesidad de ir a visitarlo.
Es una fortaleza montana del siglo XVI, de aspecto original, con torres coronadas por cúpulas que me recuerdan a los cascos de sombrero de guerra medieval o hervidor de agua (Kettle hat).
Desde su posición elevada, domina estratégicamente las vistas sobre el Marquesado del Cenete, a los pies de Sierra Nevada.
Aquellas tierras fueron donadas por los Reyes Católicos al cardenal Mendoza por su contribución a la Guerra de Granada, quien, a su vez, lo cedió a su hijo don Rodrigo de Vivar y Mendoza.
El primer castillo español de estilo renacentista. Su aspecto exterior es de fortificación militar, mientras que su interior es completamente diferente a lo esperado. Presenta la imagen de un palacete renacentista, con una planta cuadrangular sobre la que se alzan dos niveles o pisos, rodeados por una galería de arcos de medio punto sobre columnas rematadas por capiteles de orden corintio.
Fue habitado por Rodrigo de Mendoza y María de Fonseca durante un breve período de ocho años. Este castillo desempeñó un papel preponderante en la Guerra de los Moriscos.
