Este simpático y extraordinario personaje, representante de una antigua tradición buhonera y de origen trovador, antecesor del payaso y conocido también como joker, arlequín, guasón o “héroe de los pícaros”, se encargaba de entretener y divertir al público asistente a un mercado o feria medieval. Allí revoloteaba con extrañas ropas de colores alegres y extravagante sombrero de dos puntas rematadas con cascabeles. Sus movimientos espontáneos y exagerados lograban sorprender a cualquier persona que se cruzara en su camino, no sólo por su destreza en acrobacias, malabarismos y otros juegos, sino por su gracia natural, gesto burlón, mirada intensa cargada de magnetismo y la capacidad de cambiar de expresión al instante.
En algunas imágenes pude captar cierta sensación de melancolía; en otras, la socarronería y la diversión guasona.
Recuerdo con admiración su desparpajo y carisma personal, su ternura con los niños, la capacidad de gesticular y encandilar a la gente. Creo que en él encontré el arquetipo de “bufón universal”, con vitalidad desbordante, naturalidad, broma y sumo ingenio. Sin duda, un personaje con “duende” y mucho encanto.