El Arbovitae en cuestión es un extraordinario ejemplar de Quercus ilex o encima, con más de quinientos años y unas cualidades físicas y estéticas que transmiten diversas sensaciones, como la armonía y la serenidad.
De pequeño, al llegar al campo, acudía bajo su copa inmensa, frondosa y perenne, donde solía jugar. Buscaba la presencia agradable de este viejo gigante. Colocaba algunas ramas sueltas a su alrededor e improvisaba una especie de choza, a modo de refugio, sobre una base de gruesas raíces, pobladas de líquenes y que sobresalían de la tierra, extendiéndose bajo un manto tupido de hojarasca y cascabullos de bellotas.
A veces, sentía ganas de abrazarlo, apoyando mi cara en la ruda corteza, como si esperara recibir algo de su energía vital.
Ahora lo observo con cariño entrañable, recordando algunos de aquellos episodios compartidos. Probablemente, esta chaparra inmensa seguirá mostrando su humilde grandeza durante algunos siglos más, levantando sus brazos retorcidos y formidables hacia el techo del firmamento, para el gozo de otras generaciones que podrán seguir cobijándose bajo su silenciosa y calmada presencia, jugar como los niños o, simplemente, admirar con asombro su majestuosidad.
“Al igual que para casi la totalidad de las culturas, para los griegos el árbol era un elemento de una potencia simbólica extraordinaria, era visto como una metáfora de la unión entre diferentes niveles espirituales. Con sus raíces simbolizando el inframundo subterráneo, su tronco la existencia terrenal humana, y sus ramas y copa la bóveda celeste, el árbol era la representación del cosmos” (Óscar Martínez).
“El árbol de la vida es un mitema o arquetipo fundamental extendido en las tradiciones mitológicas, filosóficas y religiosas alrededor del mundo, relacionado con el concepto de «árbol sagrado»”.
“El Árbol de la Vida representa el ciclo de la vida. Las ramas simbolizan las decisiones y los caminos que tomamos a lo largo de nuestra vida, de todos los obstáculos que superamos y del aprendizaje que sacamos de ello. Por eso, es un símbolo de crecimiento personal, superación y progreso”.
“Antoine-Joseph Pernety, (Roanne, 23 de febrero de 1716 – Aviñón, 16 de octubre 1796) fue un famoso alquimista, bibliotecario, escritor y monje benedictino francés de la Congregación de San Mauro, que identificó el árbol de la vida con el Elixir de la vida y la Piedra filosofal”.