El sujeto se hace imprescindible para explicar la condición del objeto, aunque el objeto tenga existencia real propia al margen de éste. Se da una relación de interdependencia entre el sujeto que observa y la realidad del objeto que tiene delante. Así entendido, el objeto puede ser investido de un nuevo sentido si el sujeto le atribuye algo de sí mismo, ya que opera una transformación de su significado original por otro nuevo y distinto.
“Los objetos son elementos de nuestra cotidianeidad. A menudo, de tanto verlos, dejamos de verlos; existen porque ocupan un lugar, pero los solemos soslayar o ignorar. Solo cuando los usamos o cuando les prestamos algo de atención, cuando nos paramos frente a ellos, podemos ver la simbología que contienen, o como se comunican con nosotros, pues cada uno de esos objetos significa algo, o como dijo Octavio Paz en su poema Objetos: «Viven a nuestro lado, / los ignoramos, nos ignoran. / Alguna vez conversan con nosotros»” (Agustín Calvo Galán).